Hace ya 30 años, el 17 de octubre de 1987, el padre Joseph Wresinski, una de las primeras personas que puso en evidencia el vínculo directo entre los derechos humanos y la extrema pobreza, hizo un llamamiento para luchar contra esta lacra, animando a conmemorar el Día Mundial para la Superación de la Pobreza Extrema. Cinco años después la Asamblea General, inspirada en ese llamamiento, declaró el 17 de octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
Más de 1.300.000 de personas viven en situación de pobreza multidimensional
Este año, el tema del día internacional aborda el desafío de lograr la justicia social y medioambiental para todas las personas. En los últimos años ha cobrado fuerza el concepto de pobreza multidimensional y el concepto tradicional de pobreza ha quedado obsoleto. Una justicia social no puede realizarse plenamente sin abordar simultáneamente y de manera drástica las injusticias medioambientales.
Aunque se ha avanzado en la lucha contra la pobreza en el ámbito de los ingresos, se han tenido menos en consideración, en el marco de un enfoque más global, otras dimensiones importantes de la pobreza como el creciente impacto medioambiental.
Las personas que viven en la extrema pobreza, a menudo por pura necesidad, son las primeras en actuar de manera concreta dentro de sus comunidades en respuesta a la misma, al cambio climático y los desafíos medioambientales. Sin embargo, sus esfuerzos y su experiencia suelen pasar desapercibidos y no se aprecian; no se toma en consideración su capacidad para contribuir positivamente a la búsqueda de soluciones; no se les reconoce como impulsores del cambio y sus voces no se escuchan, especialmente en los órganos internacionales.
Pero esto tiene que cambiar. La participación, los conocimientos, las contribuciones y la experiencia de las personas en situación de pobreza y a quienes se deja atrás deben ser valoradas, respetadas y se deben reflejar en nuestros esfuerzos por construir un mundo equitativo y sostenible en el que haya justicia social y medioambiental para todas las personas.
Si nos paramos a pensar, probablemente tengamos la sensación de que se nos escapa de las manos y que es competencia de los gobiernos acabar con ello.
Desde Meraki Bay, ponemos un grano de arena en este gigante desierto. En los programas que tenemos en acción y con el apoyo de coordinadores locales que conocen muy bien el terreno, animamos a los niños a que practiquen deporte, les inculcamos valores, les hablamos de ecología. Impulsamos a las mujeres a que desarrollen movimiento feminista a través de talleres, charlas y les animamos a su empoderamiento. Son pequeñas grandes acciones con las que contribuimos al progreso de las personas en la sociedad.
¡No dejemos que es sistema nos paralice!
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