Si estas manos hablaran contarían que el padre de Freda Warner la abandó a ella y a sus hermanos cuando era un bebé. Freda se crió cerca de la casa donde trabajaba su madre, quien servía para una familia de alemanes. Solo tenía libres los sábados por la tarde y los domingos, cuando aprovechaba para volver a casa y estar con sus hijos.

 

Pregunta: ¿Qué recuerdas de tu niñez?

Respuesta: Mis hermanos y yo crecimos con los hijos de la familia de alemanes para la que trabajaba mi madre (…) No íbamos a la misma escuela: ellos iban a la europea y nosotros a la coloured. Ellos sí pudieron ir a la universidad.

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Freda nació en 1948 y es la más pequeña de una familia de diez hermanos. A los tres meses de nacer Freda, su padre se fue: “Mi padre dejó a mi madre cuando yo era un bebé y entonces mi madre tuvo que cuidar de nosotros diez. Mi hermano y mi hermana, los más mayores, cuidaban de nosotros y cuando ellos se casaron los demás tuvimos que empezar a cuidarnos solos”.

Sus hermanos mayores eran los encargados de cuidar a Freda y al resto de sus hermanos: “Mi madre trabajaba como empleada del hogar y solía dormir en la casa donde trabajaba. Salía los sábados por la tarde para venir a nuestra casa. Como mi madre no estaba porque estaba trabajando, mis hermanos tuvieron que cuidarnos. Mi hermano y mi hermana, los más mayores, eran muy estrictos. Vivíamos en una casa próxima a la casa en la que trabajaba mi madre y crecimos con los hijos de la familia, con los nenes alemanes. Éramos amigos”. Sin embargo, durante aquellos años, las leyes del apartheid impedían que todos los ciudadanos tuvieran los mismos derechos y el origen humilde de Freda marcó desde pequeña su vida: “No íbamos a la misma escuela, ellos iban a la europea y yo a la coloured. Ellos sí pudieron ir a la universidad. Uno es médico, otra creo que trabajaba en una escuela, otro tiene su propio restaurante, otros dos también tienen sus propios negocios. Eran cinco y todavía tenemos relación” -dice sonriendo-.

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A diferencia de ellos, Fredo tuvo que ganarse pronto su propio pan: “Mi primer trabajo también fue sirviendo en una casa y estuve trabajando allí durante seis o siete años. No lo dejé porque me casara, sino porque encontré una oportunidad mejor. Empecé a trabajar en una empresa de zapatos y estuve allí durante tres años. Después de eso, me cambié a una empresa de jerseys y después de eso me casé, cuando tenía veinte años y mi hijo mayor tenía tres meses. Fui madre por primera vez a los 19 años. Me casé porque tenía un bebé y no quería que mi hijo creciera sin un padre como yo crecí”.

Cuando Freda habla de su marido, lo hace con una sonrisa en la boca: “Yo trabajaba en el Fish on the rocks [un restaurante cerca de la comunidad en la que los miembros de Meraki Bay llevamos a cabo nuestro trabajo], pero en aquel momento era Snookies. Él solía venir a traernos las bebidas, los snacks, etc. y así surgió el amor. Ahora tendría 71 años, pero murió hace 31”.

 


“Tengo cuatro hijos, pero solo dos están vivos. Uno de mis hijos murió cuando todavía era un bebé y el otro de Hepatitis B»


 

Al igual que su madre, Freda tuvo que sacar adelante a su familia ella sola. Sin embargo, la pérdida de su marido no fue el único golpe que le dio la vida: “Tengo cuatro hijos, pero solo dos están vivos. Uno de mis hijos murió cuando todavía era un bebé y el otro de Hepatitis B. Mi hijo trabajaba en el mar y cuando cayó enfermo lo ingresamos en el hospital. Se hizo un tatuaje en el brazo con una aguja que no estaba esterilizada, y así es cómo se contagió de Hepatitis. La Hepatitis creció y creció y cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde. Tomaba drogas y bueno… No pudimos hacer nada. Tenía una hija. Fue muy duro, pero tuve que aceptarlo y superarlo”.

A pesar de eso, Freda siguió peleando por sus otros dos hijos y, a diferencia de ella, ellos sí pudieron ir a la escuela; no obstante, tampoco fueron a la universidad: “No pude permitírmelo. Ahora, los dos están casados y tienen sus propias vivas. Los dos están casados con coloured. Yo siempre les he dicho que tenían que casarse con quien ellos quisieran, ellos son los responsables de sus vidas. Si hubieran querido casarse con un blanco o un negro, no hubiera pasado nada. Todos defendemos los derechos humanos”.

Actualmente, Freda trabaja en el área de empoderamiento de Meraki Bay y, al igual que el resto de mujeres que trabajan con nosotros, en nuestros talleres cose o hace pulseras u otros accesorios con materiales reciclados que luego vendemos para conseguir generarle a Freda un ingreso extra. Si quieres ayudarnos y hacer que el área de empoderamiento sea cada vez más y más fuerte, ¡dona a Meraki!

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