Diez de los países más pobres del mundo se encuentran en el continente africano y los principales afectados por la pobreza, la sequía u otros problemas derivados de la escasez de recursos son los niños de África. Desde Meraki Bay intentamos mejorar la situación de los niños africanos, en concreto la situación de los pequeños y pequeñas que viven en Hangberg, una favela de Ciudad del Cabo. Desde nuestra ONG española tratamos de hacer frente a diferentes problemas, te explicamos los más comunes: 

 

¿Cuál es la situación de los niños africanos de Hangberg?

Los pequeños que vienen a nuestro grupo juvenil Houties cada tarde tienen que hacer frente a:

  • El hambre: la hambruna es uno de los principales problemas de Sudán del Sur, Somalia, Nigeria o Yemen y, según Save the Children, 1’4 millones de niños procedentes de estos territorios podrían morir a causa del hambre. Sin embargo, que los niños sudafricanos no engloben este listado no quiere decir que su alimentación sea suficiente. Tayo Fortune es uno de los pequeños que acude cada tarde a nuestros talleres y, aunque sabe lo importante que es seguir una buena alimentación, dice que solo come fruta tres veces por semana. Lo recomendable según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es consumir 400 gramos diarios, el pequeño está por debajo.
  • La sed: el agua es un bien escaso y la sequía es uno de los principales problemas de Cape Town. A principios de 2018 las autoridades advirtieron de que el Día Cero llegaría: el 18 de marzo los habitantes de Ciudad del Cabo se quedarían sin agua. Los esfuerzos de todos los ciudadanos y las lluvias de junio hicieron que se volvieran a llenar los pantanos, pero continuamos ahorrando cada gota que podemos. Nuestros pequeños están concienciados: se dan duchas cortas, se lavan las manos con antibacterial en lugar de con agua y, a la mínima que ven que alguien va a tirar de la cadena, dicen: If it’s yellow, let it mellow. If it’s brown, flush it down, una expresión similar en castellano es «Si es amarillo, se queda un ratillo. Si es marrón, pulsa el botón». 
  • Las enfermedades: otro de los problemas del continente africano son las enfermedades. La malaria supone un riesgo para los habitantes de algunas zonas de Sudáfrica o Tanzania, entre otros países. Además de esta, los ciudadanos de Sudáfrica tienen que hacer frente al VIH. Según ONUsida, alrededor de 7’2 millones de sudafricanos vivían en 2017 con VIH, 280.000 de ellos eran niños. En Sudáfrica se concentra la mayor epidemia de VIH del mundo, un 19% de la población mundial que vive con VIH es de origen sudafricano. 

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  • Las expectativas educativas: la educación es pública y obligatoria hasta los 15 años. Sin embargo, para acceder a los estudios superiores hay que pagar una tasa de acceso. En 2015 y 2016 los estudiantes universitarios sudafricanos salieron a la calle para evitar que el Departamento de Educación Superior subiera las tasas. Como resultado, consiguieron la promesa del Departamento de subvencionar las tasas de los estudiantes con menos poder adquisitivo. No obstante, en septiembre de este año los jóvenes volvieron a marchar para pedir que se controlase la subida de los alquileres de las residencias universitarias. Con todo este panorama, los niños pobres de África que pertenecen a familias con menos recursos no tienen asegurada la posibilidad de progresar.
  • Las drogas y el alcohol: estos son otros de los problemas que nos hemos encontrado en Hangberg. Hemos llegado a ver a pequeños de diez años consumiendo marihuana. Muchos de ellos son niños pobres que viven en comunidades excluidas.

Nuestra tarea aquí es importante. Queremos ayudar a niños y adolescentes en riesgo y motivarles a luchar por su futuro, ¡ayúdanos a conseguirlo! ¡Dona!

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